LAS TORMENTAS PASAN.

tormentassssLa imagen es dantesca, un vendaval inesperado azotó la casa, vientos de otras direcciones, habitaciones deformadas, restos de muebles, adornos, recuerdos por doquier; el anciano se levanta, tiene heridas, algunas profundas, otras leves, inspira profundo, y se dice: “aún respiro”. Camina por la casa levantando alguna foto ilesa, sale a su jardín, el paisaje ha cambiado, dirige su mirada al camino viejo, ya no está; voltea su cabeza, árboles caídos, flores dispersas, y entre el follaje una nueva senda se le presenta.

Lo encuentro silbando una melodía alguna vez conocida, hoy olvidada; salvando muebles, limpiando, rediseñando su hogar, renaciendo. Me acerco, un abrazo, de aquellos urgentes pero a tiempo; los saludos de siempre, acompañado de las preguntas precisas para saber que está bien; saco la botella de vino, y nos sentamos a conversar, en una charla donde el tiempo no importa.

– Vaya tormenta, ¿no? – exclamo, mirando alrededor. El suspira y dice.
– Si, ésta fue muy poderosa, más, ya pasó – Le miro, y me sonríe, el es conciente de mi admiración; como también, que estoy ahí, para saber de él, y escuchar sus palabras. Bebe todo su vaso de una vez, saborea, y mirando al horizonte, empiezan sus enseñanzas:
– La tormentas son parte de la Vida, desde que nacemos vivimos muchas de ellas; algunas breves, otras duraderas; están aquellas previsibles y las inesperadas; las que provocamos y las que llegan por acciones lejanas; están las que solo nos mojan, y las que cambian todo nuestro paisaje.
Cualesquiera que sean sus características, aparecen para experimentar diversas situaciones, y siempre salir fortalecidos, aunque, las más de las veces, ni cuenta nos damos.
¿Sabías que hay seres que viven tormentas eternas?, esto es porque les hacen creer que sus vidas son así, que es su destino; Cuando aparecen, ellos y ellas se dejan llevar por los vientos, no olvides que las tormentas viajan, es vital saber, si, que si son viajeras, también pasan. La idea, creo, es que cuando se nos vengan encima, hay que afirmarse, aferrarse a la viga central de nuestro habitar, aquella que se sustenta en los valores, principios y creencias de cada cual, de ese modo, la tormenta soplará, más uno tomado de esa viga, resistirá su pasar.
En momentos así las prioridades cambian, lo principal es sobrevivir; luego, no es posible tomar sanas decisiones en plena tormenta, hay que, primero salvarse; ya que, luego que pasa, habitualmente el paisaje es otro, entonces con nuevo paisaje, nuevas decisiones.
Por otra parte, vivir una tormenta, te fortalece, ya que primero debes sobrevivir, y luego levantarte; reconstruir, rescatar, reparar y también desechar. En mi caso, antes de esta Tormenta, tenía un camino ahí al frente, ya no está, yo creía que era único, y que era la senda más corta para llegar al pueblo, más apareció otro nuevo, y ¿sabes?, su sentido me lleva más rápido y sus alrededores son más coloridos.
Ya ves, las tormentas hieren, duelen, destruyen, más sea cual sea su duración, éstas pasan. No permitas que te lleven con ellas, tu vida será un infierno. Siempre, ten despejada tu viga central, ya que no sabes cuando y cuanto necesitarás aferrarte a ella. Ah! A veces las tormentas vienen en aquellos más inesperados, que eso no te decepcione, también éstos pasan de largo.
Queda poco de la botella, atardece, sin más palabras nos levantamos, él debe seguir con su reconstruir, yo, simplemente a seguir mi senda. Un Abrazo muy querido, de discípulo a Maestro; el último brindis alzando al aire los vasos.

Mientras me interno entre los árboles, reconozco la melodía que el Viejo silbaba: “Volver a empezar”, de Lerner.

😉

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