Saber haberlo dado todo.

Con la mirada fija en el muro, sentada en posición de escucha, concentrada en el tejido  que sus manos automáticamente entrelazan, lanza la pregunta:

¿Supiste de la muerte de Sarita?, ¿Cómo una persona tan buena puede sufrir tanto?

De la nada y de todo surge la voz cansina, de aquellas que denotan sabiduría ancestral:

Su mayor angustia al partir fue, saber haberlo dado todo y aun así sentir que faltó un poco más. –

 

Dicen que la abuela, cuando teje, habla con fantasmas, ¿Quién sabe?

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Ilustración de Tamarindo Conde